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La Columna de Pepe Mujica: “Hay que levantar las banderas del permanente espíritu de negociación porque si no, el odio nos lleva al despotismo de la desigualdad”

En su columna de los días jueves en Mañana Sylvestre, el ex mandatario uruguayo y figura política de los 50 años en el país vecino opinó sobre los desafíos que enfrenta el sistema democrático y llamó a ejercitar el poder de acordar para lograr una convivencia que fortifique a la sociedad.

Aquí presentamos la transcripción completa de la charla entre Gustavo Sylvestre y el ex presidente del Uruguay y reconocida figura del Frente Amplio, José “Pepe” Mujica en el aire de Radio 10.

GS: Presentamos ahora la columna del ex presidente de la República Oriental del Uruguay, José “Pepe” Mujica. Pepe, buen día ¿Cómo andamos?

PM: Buenos días, ¿Cómo andan?

GS: Muy bien, el gusto de escucharlo.

PM: Bueno, acá ha llovido un poquito pero por primera vez en mis 87 años, hasta donde yo recuerdo, han tenido que sacar un poco de agua del Río de la Plata para entreverar y estirar las reservas de agua dulce que nos quedaban porque parece que estamos un poco dormidos en organizar reservar y este largo proceso de llover menos y de sequía nos está jaqueando  a la ciudad de Montevideo y aledaños. No sabemos si esto es coyuntural o definitivo. Y hay un proyecto de discusión acerca de cuál es la vía, si vamos a hacer una obra pública.. En Uruguay el agua corriente es del Estado, y las ideas contemporáneas afloran por aquí, quieren hacer un convenio con una compañía privada para hacer una obra, vamos a tener una discusión y eso es un lío.

GS: Como fue el debate en Uruguay en estos días por la reforma jubilatoria que ha hecho el gobierno de Lacalle Pou.

PM: Sí, parece que como vivamos más por el progreso tecnológico de la medicina, evidentemente,  vamos a tener que trabajar algunos años más para jubilarnos. El problema es que no queremos aceptar que los tiempos contemporáneos –en todas partes pero más fuerte en algunos lugares- supone que la esperanza de vida se alarga pero a su vez hay menos nacimientos proporcionalmente. Esto es un cambio demográfico que tiende a darse por todos lados, que es fuertísimo en el Uruguay e histórico. Demográficamente tendemos a despoblarnos y la tasa de reposición de la población es menor que la cantidad de decesos. Y los que tendríamos que tener el coraje de discutir cómo construimos un fondo para que se reproduzca hacemos inversiones que no tocamos buscando que se reproduzcan para poder utilizarlas en 15 o 20 años, porque debiéramos empezar intelectualmente por aceptar que cada vez va a haber más viejos en nuestra sociedad y algo menos de jóvenes. Por lo tanto las economías tendrán que tener la suficiencia como para poder subsidiar la existencia de tanto viejo o los viejos lo van a pasar muy mal si no nos movemos socialmente. Ahora pensar en 20 años en América Latina parece que está prohibido, esto que estoy diciendo es un bucólico sueño y no va a ser, porque como vivimos al día y mal, menos vamos a tener el coraje de invertir para gastar en 20 años.  Esa es nuestra tragedia, entonces venderle a individualistas, los poetas de la desigualdad extrema, que nos van a decir: hay que arreglarse cada cual como pueda, se tiene que ocupar de su suerte y vamos  a arreglarnos como sea. Esta discusión va a estar. Porque mirando.. creo que la democracia está media jaqueada en su sentido profundo, porque no sabe conjugar la capacidad de aceptar las diferencias irreductibles y como tal estamos obligados a tener la altura de poder negociar las diferencias. Entonces caemos en un trancazo, donde todo es blanco o todo es negro, y hemos perdido la capacidad –si alguna vez la tuvimos- de entender que obligatoriamente la democracia si queremos que sobreviva no puede basarse en el mutuo aplastamiento sino que tenemos que encontrar términos medios que nos permitan sobrevivir. Porque nadie está dispuesto a subordinarse al otro calladamente y entonces vivimos eternamente en conflicto. Este es un problema que tienen todas las democracias contemporáneas, parece que queremos apostar a que hay una única salida los que pensamos de un lado, pero resulta que las sociedades modernas son cada vez más conflictivas y tienen en su seno desigualdades. Entonces, la idea de que unos grupos tienen que someterse porque la desigualdad tiene que ser crónica y hay que aceptarla y unos parecerían que nacieron para conducirnos y los otros se tienen que callar la boca y obedecer, esa idea que se arrastró desde siglos en el funcional de la humanidad ya no funciona ni va a funcionar jamás. Ningún grupo o clase social va a tender a someterse a las exigencias de otra, entonces el sostenimiento de la democracia está basado en la validez y una permanente y sistemática capacidad de negociación y de transacción porque lo fundamental es que sobreviva con un grado de armonía potable la marcha del conjunto de los distintos componentes de la sociedad. Parece que la democracia tienda a desaparecer porque se la quiere someter  a una idea de sometimiento, y es o nosotros o aquellos. Y en realidad me parece que hemos entrado en un tiempo en que tenemos que aceptar la permanente existencia de diferencias que nos obligan a buscar necesariamente una negociación permanente. Y hay que terminar con las poses irreductibles de blanco y negro porque eso nos lleva al aplastamiento, el choque y a la enfermedad en el transcurso de nuestras sociedades. Es lo que pasa en la Argentina. En la sociedad norteamericana hay un grado de confrontación, las diferencias han llegado a un nivel que no se recuerda desde  la Guerra de Secesión. El grado de antagonismo y por momentos de odio estúpido que hay entre sus componentes.. la democracia no puede funcionar con odio. El odio es una enfermedad que afecta la racionalidad y nos lastima la capacidad de negociar y conveniar para poder salir de los atajos que cuando soñamos 100 logremos 40 o 50, pero logremos algo, y no caer en el trancazo indefinido.  Tenemos que levantar una bandera no de que todos tenemos que pensar lo mismo, porque eso es imposible en las sociedades modernas. Hay que levantar las banderas del permanente espíritu abierto de negociación que hay que cultivar porque lo otro nos lleva al despotismo de la desigualdad.

GS: Abrazo Pepe, gracias por sus reflexiones

PM: Abrazo, gracias.

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