En charla con Mañana Sylvestre por Radio 10, el doctor en inmunología e investigador del CONICET trazó una detallada radiografía del exigente camino para ingresar al sistema científico nacional y denunció con crudeza el vaciamiento que sufre el organismo desde la llegada del gobierno de Javier Milei. “Pasamos por concursos, años de formación, producción científica y rendición de informes, y hoy somos 850 personas con dictamen aprobado a las que se les niega el ingreso”, lamentó.
El investigador Rodrigo Papa Gobbi, con más de 40 años de experiencia en la educación pública y una sólida trayectoria académica tanto en el país como en el exterior, explicó en Radio 10 el recorrido para ingresar a la carrera de investigador científico del CONICET: “Primero uno debe concursar una beca con antecedentes, promedio universitario, plan de trabajo, director y lugar de investigación. Esa beca dura 5 años. Luego, otra beca posdoctoral de 3 años. Y después de 12 a 15 años de formación podés recién concursar para el ingreso a la carrera de investigador”.
Pero la formación no es lo único que se exige: “En cada etapa hay comisiones evaluadoras que te ubican en un ranking, como si fuera el número de goles que hiciste, pero no con los amigos: los goles en Champions. Es decir, las publicaciones científicas en revistas de alto impacto”, graficó.
El problema surgió en 2023, cuando a pesar de que 850 investigadores ya habían aprobado todas las instancias, el gobierno congeló los ingresos. “Nos llegó el mail que confirmaba que habíamos ingresado. Pero nunca nos dieron el alta. Quedamos afuera del sistema”, denunció.
Frente a las acusaciones del gobierno de “ñoquis” en el CONICET, fue enfático: “Eso nos da mucha bronca. Es imposible ser ñoqui en el CONICET. Cada dos años tenemos que rendir informes, que pueden ser aprobados, aprobados con observaciones o desaprobados. Dos desaprobados seguidos y perdés el cargo. Vivimos en evaluación permanente”.
El investigador también destacó el prestigio del organismo a nivel internacional. “CONICET está en el top 100 de instituciones científicas del mundo. En Latinoamérica, lidera hace 7 años el ranking del RAI Simago. Compañeros míos trabajan hoy en Harvard, en el NIH en Estados Unidos o en el Hospital La Paz de Madrid. Afuera se reconoce nuestra formación, acá nos expulsan”.
En su caso particular, tras haber trabajado en el exterior y regresar al país en 2021, fue uno de los 100 investigadores que debían ser incorporados mediante una beca extraordinaria —una herramienta común en esos casos—. “Ni siquiera nos dieron esa beca. Desde noviembre de 2023 estamos completamente liberados. Sin ingresos, sin respuestas”.
Con un tono entre la indignación y el dolor, el testimonio resume la frustración de una comunidad científica que, tras años de formación y trabajo, se ve desamparada por el Estado. “Nadie nos regaló nada. Nos quemamos las pestañas. Y ahora simplemente nos ignoran”.