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Videla, el cínico

VidelaLa llegada de Videla a la Jefatura del Ejército formó parte de un verdadero plan que habían puesto en marcha las Fuerzas Armadas, tras la muerte de Perón y frente a la debilidad física y política de la presidenta Isabel Perón. Ese “general democrático” como lo consideraron algunos peronistas para llevarlo a la Jefatura del Ejercito, venía tramando en asociación con Viola ,con Anaya y Massera, mucho antes de su llegada a ese lugar, la forma que se concretaría el golpe militar.

Antonio Cafiero fue uno de los pocos que asumió la autocrítica de esa mala elección, y de no haber visto a tiempo el golpe que se tramaba. Es que Videla siempre tuvo dos caras; en una se mostraba “de comunión diaria”, democrático, profesional y que apoyaba a las instituciones de la República; y la otra cara, la del general duro, cínico, predestinado por orden divina a cumplir una tarea mayor y que interpretaba lo que muchos militares y civiles querían: el golpe contra Isabel.

Mientras los militares planteaban distintas alternativas para sacar a Isabel del medio, la viuda de Perón resistía y se aferraba al poder. Hasta lograron “ubicar” a Luder en la Presidencia del Senado, en la línea sucesoria, porque un primer plan era la “bordaberrizaciòn” del gobierno, a través de Luder. Pero no lo lograron.

La crisis económica y la subversión, fueron el motivo que encontraron, en esa oportunidad, para asaltar a las instituciones de la República y hacerse del poder.

Con el apoyo de civiles y de buena parte de la dirigencia política de entonces, y de algunos sindicalistas, los militares detuvieron a Isabel Perón en la madrugada del 24 de marzo del 76 y la confinaron en El Messidor, en Neuquén. Se dice que fue Massera, quien había entablado una cordial relación con la Presidenta, quien la “preservó” en su confinamiento, que la viuda de Perón enfrentó con dignidad.

En el único reportaje que concedió tras su destitución, ya exiliada en España y en algunos de los esporádicos viajes que realizó a la Argentina durante el primer mandato del gobierno de Menem, le pregunté a Isabel si se había sentido traicionada.

La respuesta fue contundente:”Si, por supuesto. Por propios y extraños, pero lo que más me dolió por aquellos que decían sentirse peronistas, y me entregaron”.

Isabel quiso renunciar, a poco de morir Perón. Pero ni las Fuerzas Armadas ni sus propios partidarios se lo permitieron. Incluso Videla, hasta la misma tarde anterior al golpe, le había prometido fidelidad y acompañarla.

“La tarde del 23 de marzo yo estuve reunida con Videla,y nunca se habló de golpe de estado….ni se mencionó el tema, él se retiró y acordamos seguir hablando al día siguiente….”, me contó Isabel Perón. Ese día nunca llegó, porque fiel a su cinismo, Videla ya había puesto en marcha el golpe militar, que horas más tarde se iniciaría con un cambio de orden: A la Presidenta no se la trasladaría a Olivos en auto, mintiéndole le dijeron que había posibilidades de un atentado y que la llevarían en helicóptero. Lo demás es historia conocida.

Pese a todo, en ese reportaje, Isabel me confesó que “hacía mucho tiempo que había perdonado a Videla, porque errar es humano y perdonar es divino…”

Videla fue el estratega de ese golpe y de haber puesto en marcha el terrorismo de Estado que diezmó a toda una generación. Y fue el responsable del plan sistemático para la desaparición de bebés, obtenidos de los secuestros a familias y de aquellas detenidas-desaparecidas que estaban embarazadas.

Con el cinismo que lo caracterizaba, en el ´79 declaró que “los desaparecidos no están, no existen, no se sabe de ellos….”.

Gobernó hasta el ´81, cuando le entregó el poder que no les correspondía, a su socio en el golpe, Viola.

La sabiduría de la gente quiso que en 1983 ganara Raúl Alfonsín, ya que si se hubiera impuesto Ítalo Luder, hubiera mantenido la autoamnistía que los militares se dictaron antes de abandonar el poder, después de la derrota en Malvinas.

Alfonsín no dejó de denunciarlos. Y de denunciar los vínculos cívico-militares en plena campaña.

Ya en el poder, impulsó el histórico Juicio a las Juntas, que por primera vez en la historia, llevaría a los militares al banquillo de los acusados. Y se los condenó por el terrorismo de Estado y los crímenes de Lesa Humanidad cometidos durante la dictadura.

El juicio estuvo a punto de no hacerse,. Ya que los militares le propusieron a Alfonsín, a través de un funcionario suyo, que admitirían responsabilidades, a cambio de que no se los juzgue públicamente. Pero Alfonsín rechazó tajantemente esa posibilidad, y ordenó que el juicio se haga.

Años más tarde recordaría, que “me acostaba siendo Presidente sin saber si me despertaría siéndolo aún” poniendo de manifiesto los riesgos que corría la naciente democracia, frente a un aparato militar poderoso que se mantenía vigente después de siete años de dictadura, y que asomó en la rebelión carapintada del ´87 y en las sucesivas.

Por eso, frente a la muerte del dictador, del genocida Videla, la figura de Alfonsín, en estos 30 años de democracia, cobra relieve por su decisión histórica de enjuiciarlos y posibilitar que la Justicia los condene, por los hechos aberrantes que llevaron a cabo, desde el momento que se alzaron contra la Constitución Nacional.

Viernes 17 de mayo de 2013

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