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La Columna de Pepe Mujica: “El funcionamiento colectivo y las instituciones son la única garantía frente a las fallas personales”

En el aire de Mañana Sylvestre, el ex presidente del Uruguay compartió reflexiones sobre la política y la sociedad tras el caso que conmueve al país vecino del senador oficialista Gustavo Penadés, sobre el que pesan múltiples denuncias por abusos y explotación de menores.

El Uruguay aparece hoy conmovido por el caso del senador Gustavo Penadés sobre el que pesan múltiples denuncias por abuso sexual y explotación de menores. Este miércoles la Cámara de Senadores de Uruguay suspendió sus fueros parlamentarios a la espera de que avancen las causas en las que estaría imputado.

En su columna habitual de los días jueves en Mañana Sylvestre, el ex presidente José Pepe Mujica habló del tema y priorizó el andamiaje colectivo e institucional como único refugio para evitar este tipo de situaciones.

Aquí la transcripción completa de la charla entre Gustavo Sylvestre y José Mujica, en el aire de Radio 10.

GS: Como todos los jueves el momento muy esperado por toda nuestra audiencia con las reflexiones y comentarios de actualidad del ex presidente de la República Oriental del Uruguay, José Pepe Mujica. Pepe, buen día y bienvenido como siempre.

PM: Buenos días, es un gusto poderlos saludar. Nosotros acá en el Uruguay estamos pasando una coyuntura un poco consternados recordando aquello de El Quijote, cosas vederes Sancho, si vieres. Resulta ser que un señor legislador del partido oficialista, tal vez en este momento el hombre más importante en el Senado de la República con respecto a las relaciones interpartidarias y a la representación del gobierno ha caído, nos ha sorprendido porque ha recibido denuncias lamentables de corrupción de menores, ha sido una dolorosa sorpresa. Y ayer el Senado le levantó los fueros para que la justicia pueda seguir adelante. Y uno se queda perplejo porque es como un caso –aunque el asunto aún no está laudado tiene todo muy feo si se concreta como todo indicaría- nos establece el hecho de que nunca terminamos de conocer a una personalidad porque nadie lo podría pensar ni prever, y sin embargo aconteció. Lo que nos debe llamar a la atención es la importancia que tiene en la vida el funcionamiento colectivo, el hecho de que los seres humanos estamos franqueados a veces por debilidades o deformaciones de carácter psicológico que pueden estar presentes y a veces están como escondidas en el trasfondo de nuestras personalidades pero aparecen. De ahí que el funcionamiento colectivo es la única garantía frente a las fallas personales. Nuestras democracias no son ni serán jamás perfectas porque ni por asomo podemos ser perfectos los humanos que las integramos. Y como tal, las instituciones tienen cierto valor en la medida de que son respetadas y de que colectivamente nos amparamos y las amparamos para encuadrar no solo nuestros errores sino algo más, nuestros humanos defectos que aparecen por aquí y por allá. Estas son cuestiones que nos dejan una enseñanza, porque nadie está libre, ningún cuerpo colectivo está libre de que algunos de sus integrantes por a, b o c, encierre en la profundidad de su ser actitudes peligrosas para la convivencia y para la vida de una sociedad. Y qué es mucho más grave, no es alguien al que le falta representación, que tiende a dar una imagen que no robustece para nada la confianza de la gente en el sistema político. Por eso, hay que recordar una y mil veces que aquel que asume representación en la sociedad debe de serlo en profundidad y debe de parecerlo. Que no se puede lo más corriente entrar en la función pública pobre y salir rico. Tiene poco sentido. Que además en la conducta diaria y permanente, y no podemos evitar que algunas veces nos equivoquemos y elijamos decisiones malas, pero el problema central es el convencimiento y la pureza de nuestras decisiones aún en el error y no el doble espejo de tener un discurso por un lado y una actitud en la vida por el otro. Esa falta de coherencia desgraciadamente es lo que más envenena a nuestro sistema político. Por eso no me he aburrido aunque parezca un desolado quijote en el medio del desierto de pedir que aquellos que abrazan a la política tengan la convicción de vivir como vive la mayoría de su pueblo y no incurrir en la minoría privilegiada. No porque no tengan derecho sino por la confianza de la gente a la que intentan representar. Porque una cosa son las palabras y otra cosa son las imágenes. Este es un caso dramático de una doble vida. Por un lado una vida dedicada a la política y que tiene un sótano doloroso de deformación personal que se mantuvo a lo largo de bastante tiempo. En realidad una tragedia al cual todos los sistemas y todos los partidos políticos están expuestos por lo tanto creo que el funcionamiento y el control colectivo en el seno de una comunidad política es de carácter esencial antes de que llegue la vara de la justicia, tiene que llegar la vara de los compañeros en el arte de prevenir las deformaciones inevitables que los humanos portamos. Que nos sirva para aprender. ¿Será posible? Son preguntas que quedan titilando. Siempre nuestra rotosa humanidad andará tropezando por la vida y el ojo de los compañeros nos debe ayudar para que no nos desviemos. Hasta siempre querido.

GS: Muchas gracias, Pepe, siempre presente ahí con intereses reflexiones sobre cómo no manchar el arte de la política. Abrazo grande y hasta el jueves próximo.

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