En Mañana Sylvestre, el vicepresidente de la Federación Agraria Argentina (FAA), trazó un duro diagnóstico sobre la situación del campo y respondió a las críticas por la aparente pasividad de la entidad frente al gobierno de Javier Milei. “Nos dicen que tenemos una doble vara, pero la realidad es que en los últimos 40 años ningún gobierno hizo nada por los pequeños y medianos productores”, afirmó.
José Luis Volando -hijo del histórico dirigente agrario Humberto Volando-, es productor cordobés y vicepresidente de la Federación Agraria. En Mañana Sylvestre reivindicó la historia de lucha de la Federación Agraria, pero aclaró que hoy el contexto es muy diferente. “Nos mataron a la mitad de los soldados.
Los productores agropecuarios que salieron del sistema eran los que militaban en nuestras filas, los que sostenían los tractorazos. Es como si la CGT se quedara con la cuarta parte de sus afiliados”, explicó la eventual apatía de la agrupación ante la falta de respuestas del Gobierno a los reclamos de los pequeños y medianos productores del campo.
Consultado sobre el tema, Volando negó que hubiera una doble vara a la hora de realizar protestas a gobiernos de derechas y planteó: “Nosotros seguimos peleando desde adentro.
Estamos tratando de conseguir cosas. Logramos que no desaparezca el INTA, que no transformen en sociedad anónima al Banco Nación, y ahora que se bajaran un poco las retenciones. Pero no nos sobra nada”.
Sobre la reciente medida del Gobierno respecto a las retenciones, fue gráfico: “La semana pasada teníamos 40 grados de fiebre, ahora tenemos 39. Seguimos enfermos. El pequeño productor está hackeado por falta de rentabilidad y porque en el interior no se mueve nada. Está todo muerto: los fabricantes de herramientas, la construcción, todo lo asociado al campo”.
Volando también reflexionó sobre el retroceso del sector: “En los ´90 había 100.000 productores más que ahora. Del 2000 al 2020 se perdieron otros 80.000. Todos pequeños y medianos. Los pulpos crecieron y las hormigas fuimos desapareciendo”.
Sobre el presente, advirtió que “el consumo de leche cayó casi un 10%” y que, aunque la lechería tuvo un leve alivio por los precios del cereal, “las fábricas la están pasando peor, con aumentos de luz y gas, y caída de ventas”.
Finalmente, dejó un mensaje político: “La política no habla con la producción. Lo que necesitamos es diferenciación. No puede ser que nos traten a todos por igual. Si no, la hormiga termina matando a todos”.
Y cerró con autocrítica: “A veces, por ideología, no se supo ver lo que hoy hubiera sido beneficioso. Pero estamos acá, tratando de gestionar, con convicción y con los pies en el barro”.