En su columna de los días jueves en Mañana Sylvestre, el ex presidente de Uruguay compartió sus reflexiones acerca de la actualidad de la región y puntualmente de su país en el marco de la pandemia. Sostuvo que el mundo no reaccionó como debía ante la catástrofe, y los intereses económicos «se impusieron a la vida».
Para analizar la realidad de la Patria Grande estuvo en Mañana Sylvestre, el ex mandatario uruguayo y referente del Frente Amplio, José «Pepe» Mujica. Esta vez, el dirigente oriental reflexionó acerca del significado que esta pandemia tuvo para la humanidad, y dejó abiertos interrogantes sobre la capacidad de reacción mundial ante este incierto panorama que sufrimos.
GS: ¿Cómo anda?
PM: Pudimos establecer un poco el orgullo de lo amistoso, de estar en ese momento, y menos en el mundo en materia de contagio y de fallecidos por millón de habitantes. Resulta poco creíble, pero es así. Hemos ido de extremo a extremo en los resultados de la tabla, lo que debe significar que hay una cosa equivocada, probablemente. No tiene un sentido ponerse a rezongar sobre eso, pero el hecho es la realidad, nos está pegando muy fuerte esta pandemia, y nos hemos tenido que habituar a tener 50 o 60 muertos por día, lo cual es una barbaridad con el tamaño de país que tenemos. Pero así son las cosas, querido amigo.
GS: Y duele mucho porque son vidas.
PM: Duele porque algo pasó y creo que no se lo podemos dar a la ciencia, pero si a nuestra
propia conducta. Creo que en Uruguay como en el mundo, falló la ciencia, falló nuestra
conciencia, importaron más los intereses económicos, y falló la política. Falló un poco de todo quizá. Pero a esta altura, querido, hay que llegar a la conclusión de que la humanidad no estaba en condiciones de afrontar lo que se le vino encima. La gran pregunta a partir de ahora es:¿Habremos aprendido algo?
GS: Yo cuando empezó todo esto pensaba un poco como ustedes Pepe. Estas cuestiones que ocurren de imprevisto a nosotros como seres humanos nos deben llamar la atención, aprender, rectificar conductas. Pero pareciera que el mundo, por lo que estamos viendo en Europa, poco ha aprendido. Muchos intentan seguir como si nada hubiese ocurrido. O también la conducta de algunos ciudadanos. Usted como dice, al Uruguay en un momento lo habían tomado como ejemplo acá en la Argentina, y algunas conductas de dirigentes políticos, de ciudadanos que se han burlado de esta enfermedad, y ahora la enfermedad y el virus nos están pasando por arriba.
PM: Sí. Yo creo que lo insinuaban los medios de información, comenzaron con lo que hicieron distintos países, hacer un análisis comparativo para aprender del dolor humano o que nos quede claro, qué hizo Estados Unidos, qué hizo Suecia, Singapur, China, Vietnam, Nueva Zelanda, qué hizo Brasil, que hizo Cuba, intentar comparar. No para juzgar, para intentar aprender lo que estuvo mal, y algunas cosas que debieron haber estado bien. Porque ese es un patrimonio que tiene la humanidad, pero naturalmente, en el trabajo del relato eso no puedo significar sorpresas y sacar algunas conclusiones. Una de las conclusiones es que hemos sido incapaces de generar un poder mundial para tomar decisiones y que se respetaran por todas partes. Hemos sido como una especie de gallinero, cada uno murmurando lo que le parecía. Y si ha habido una cosa global ha sido esta, pero no lo hemos contestado con una actitud global. Lo hemos contestado con una especie de sálvese quien pueda como pueda. Y creo que eso nos está estableciendo que empiecen a aparecer tipos de problemas en nuestra humanidad que no son racionales, y van a poner al temple si el homo sapiens tiene capacidad de conducir la civilización o no. Porque me hago esta pregunta ¿Estaremos tapados por los límites del hombre? Porque empezamos a vivir con fuerza problemas que el sapiens nunca tuvo en su historia. Empezamos a tener problemas que están presentes en toda la Tierra y que no se arreglan con una actitud nacional, necesitan una decisión colectiva del mundo entero. Estos problemas están, con lo que está pasando con los hielos, con los mares, etc.
Entonces me da la impresión de que la humanidad balbucea, porque empieza a saber lo que tiene que hacer, pero no lo hace. Porque no tiene capacidad de enfrentar y torcer formidables intereses económicos. Más bien los intereses económicos en los hechos son más fuertes que la vida.
GS: Y se está viendo con el tema vacunas también.
PM: Ahora empezó el papelón de discutir, en el año internacional después de lo que dijo el presidente de Estados Unidos la viabilidad de compartir las patentes. Después de un año y pico largo de desastre.
GS: De pérdida de vidas. Esta utilización de EEUU, que en vez de preocuparse por esto que usted muy bien marca, o de ser solidarios con el mundo y abrir sus vacunas al mundo, ahora otra vez vuelven y quieren investigar si China lo creó científicamente cuando ya eso digamos, se ha llevado vidas y necesitamos vacunas, y ellos empiezan a una utilización geopolítica de una enfermedad letal. Equivocan otra vez los roles.
PM: Naturalmente hay una responsabilidad en el mundo y en el mundo desarrollado
terrible. Está muy lejos el mundo desarrollo de estar a la altura del desafío que le está planteando en este instante la civilización humana. Pienso que no somos totalmente conscientes entonces yo me pregunto, a nivel universitario, los jóvenes del mundo que van a tener que pagar los costos de nuestra impotencia política, de poder mirar por el interés global de la especie, tendrán capacidad. Hace más o menos un mes, tuve una conversación vía Zoom y me terminó transmitiendo que él tenía angustia, angustia existencial porque dudaba de que la humanidad tuviera tiempo de enfrentar y enmendar las consecuencias que tiene el cambio climático y las transformaciones que está teniendo la naturaleza en el planeta. Porque no sobra el tiempo. El reloj ecológico está marchando y no es que se puede posponer, es que nos vamos acercando a momentos que pueden ser fatídicos y entonces seguimos especulando con una marcha cansina. Si a vos te tocó vivir con el miedo del holocausto nuclear, a los jóvenes de hoy le queda pendiente eso, porque ese holocausto está potente, está presente siempre. Pero a su vez, ha aparecido el interrogante del holocausto ecológico como problema, desafío que el tiempo tiene por delante. Y da la impresión de que el sapiens sabe lo qué pasa, pero falta el instrumento político para resolverlo. Porque esta pandemia es como un ensayo del desastre global, y se está demostrando que, desde el punto de vista colectivo, medidas que tienen que cubrir al mundo entero, fuimos incapaces de hacerlo y seguimos siéndolo. Y esto es nada ante el desafío del cambio climático. Por lo tanto, yo no creo que esto va a cambiar por obra del espíritu santo, esto se enfrentará o no frente a frente en el mundo. En el paquete de las causas políticas por un mundo mejor, se coloca esto al tope, porque hay demasiado en juego y los hechos están demostrados que somos incapaces. Es medio amargo lo que estoy diciendo, medio triste, pero no le damos al problema el verdadero desafío que tiene por delante. Para los que son creyentes, para los que creen en algo más allá, ¿Por qué la naturaleza nos introdujo la conciencia? ¿Es que la naturaleza necesita que la escriban? ¿Qué sentido tiene en los formidables equilibrios frágiles que supone la vida en los inicios del mundo medieval, la introducción de este mono que piensa? Que puede transformar los sentimientos en pensamientos y en decisiones, que tiene la capacidad de investigar y de saber, pero sin decirlo. ¿Un animal conectado con el resto de las cosas de la naturaleza? ¿Qué papel cumple el hombre en el juego de la naturaleza? ¿Es una hormiga más? Por supuesto son viejas preguntas, pero es evidente que por tener conciencia tiene doble responsabilidad, y sin embargo ha llegado este momento que sabe lo que pasa, sabe lo que habría que hacer y en prisión, está dispuesto a morir con los ojos abiertos.
GS: Impresionante y necesarias estas preguntas que se hace usted que nos tienen que abrir un panorama de respuestas inmediatas como mundo y que la política también de respuesta al mundo ahí.
PM: ¿Por qué digo esto? Llamo a los jóvenes universitarios, los que van a dirigir el mundo mañana, que tomen conciencia de lo que está pasando, el mundo va a depender de ellos, pero va a depender dramáticamente, porque podemos decir que siempre dependió de la juventud, les estamos tirando una changa, la historia de nuestro fracaso, la historia de nuestra impotencia. Y estoy hablando desde los 86 años.
GS: Quería cerrar su columna de hoy porque en esto que muchas veces buscan algunos generar rispideces entre dos pueblos hermanos como la Argentina y el Uruguay, días atrás el diario El País publicó una información falsa, sobre que uruguayos que viven en la Argentina pedían ir a vacunarse contra el COVID -19 a la República Oriental del Uruguay, incluso algún funcionario del gobierno se hizo eco de algo que no era cierto. Ustedes lo han desmentidos también, muchos uruguayos que viven en la Argentina también lo han desmentido y ustedes se han hecho eco como partido político de esta desmentida.
PM: Si, siempre hay bolazos y puntos de vista que son contradictorios. En realidad, hay gente que a veces no tiene historia. La historia nos da una lección, la historia nos aconseja. Acá un consejo del Martin Fierro, “los hermanos sean unidos” pero lo que pasa es que nosotros con la Argentina no somos hermanos, es mucho peor, nacimos en la misma placenta. Es un grado de identidad curioso, porque somos un pequeño tajo de la República Argentina, de los tajos que hace la historia, pero tenemos una matriz común. Siempre discuto con mis compatriotas. Artigas, claro, cada patria necesita un héroe nacional con un símbolo que lo construye intelectualmente, pero Artigas es del Río de la Plata, es el fundador del federalismo, y de la expresión. La expresión de los límites que tuvo la revolución libertadora. Nunca deberíamos olvidar que hicimos muchos países, pero nos queda pendiente la construcción de la patria federal.
GS: Así es, la patria grande como se ha llamado en algún momento, eso es deuda pendiente. Pepe, querido, un abrazo enorme, y muchas gracias, porque como todos los jueves nos deja pensando y mucho. ¡Hasta el jueves que viene, Pepe!
PM: ¡Gracias querido, un abrazo! ¡Y arriba!