El juez de Garantías de La Matanza, Fernando Pinos Guevara, relató en primera persona los graves episodios de amenazas sufridos junto a su familia y los vinculó directamente con su actuación en una causa compleja que investiga el entramado del narcotráfico nacional e internacional. En diálogo con Mañana Sylvestre por Radio 10, advirtió que estos hechos constituyen un ataque directo a las instituciones y reclamó una reacción firme del Estado y de la sociedad.
“Esto es peligroso, porque es cuando la gente investiga seriamente y se mete con los poderosos y con los narcos fuertes”, afirmó el magistrado de La Matanza, Fernando Pinos Guevara, y subrayó que “acá es donde la sociedad se tiene que poner de pie en defensa de sus instituciones y de quienes investigan”.
Pinos Guevara, quien está a cargo de la investigación del triple femicidio ocurrido en septiembre pasado en Florencio Varela, explicó que las amenazas comenzaron poco después de haber tomado “una de las decisiones más importantes del expediente”, en la que expuso “el funcionamiento de las organizaciones criminales, el entramado dentro de la Argentina y su vinculación internacional”.
“Pocos días después, llegando a mi casa, un auto se detuvo, bajaron cinco personas armadas con pistolas 9 milímetros y me pusieron el arma en la cabeza”, relató. Según precisó, el ataque no tuvo características de un robo común: “No se preocuparon por el dinero. Sólo querían la llave de mi casa y mi teléfono”.
El juez contó que dentro del vehículo se encontraban su esposa, su suegra y sus dos hijos menores. “Cuando bajamos, también apuntaron a mis hijos y a mi esposa. Mis hijos, voluntariamente, les entregaron sus teléfonos”, recordó. El hecho se interrumpió por la circulación de otros autos, lo que obligó a los agresores a huir.
Meses después, sufrió un segundo episodio aún más perturbador. “Volví a mi casa y estaba completamente dada vuelta. Se llevaron una consola de juegos de mis hijos, pero dejaron dólares, joyas, relojes de oro”, describió. Y agregó: “La caja de seguridad la sacaron y la dejaron arriba de mi cama. Eso no lo hace alguien que va a robar”.
Uno de los elementos más intimidantes fue el mensaje simbólico dejado en el lugar. “En la cama donde duermo dejaron apoyada la barreta con la que entraron. Y abrieron una urna con las cenizas de un familiar muy querido. Eso fue profundamente traumático”, señaló.
Pinos Guevara no dudó en vincular estos hechos con su tarea judicial. “He tomado muchísimas decisiones que han molestado a toda esta organización criminal. No puedo desvincular lo que me pasó de mi trabajo”, afirmó, y remarcó que la causa permitió “poner a la luz cómo funciona el narcotráfico dentro de la Argentina y en su dimensión transnacional”.
En ese marco, quiso desmentir estereotipos sobre la vida de los jueces. “No tenemos lujos ni fortunas. Vivo de manera austera. Mi casa la compré con un crédito a 30 años, y el despacho lo pintamos con mi esposa”, explicó. Y agregó: “A veces me da tristeza que la gente piense que los jueces vivimos con lujo. Somos trabajadores”.
Tras los episodios, el magistrado recibió respaldo institucional. Confirmó que el gobierno bonaerense dispuso custodia para su familia y que la causa pasó al fuero federal. “Desde el 11 de noviembre está radicada en la Justicia Federal, a cargo del doctor Jorge Rodríguez, y está avanzando mucho”, señaló.
Pinos Guevara también advirtió sobre la dimensión estructural del problema. “El narcotráfico creció porque el abordaje fue irregular durante años. Las reformas parciales no alcanzan. Se necesita una respuesta integral del sistema judicial y penal”, sostuvo. Y alertó: “El avance de la droga en la Argentina es alarmante. Destruye vidas, sobre todo de jóvenes”.
Finalmente, defendió haber hecho pública la situación. “Visibilizar esto no es sólo una protección personal, es obligar a las instituciones a reaccionar”, afirmó. Y concluyó: “Cuando un juez se juega, el Estado tiene que acompañar. Si no, el mensaje es devastador”.




