En diálogo con Mañana Sylvestre por Radio 10, el sociólogo analizó el resultado electoral en la provincia de Buenos Aires y la pérdida de apoyo a Javier Milei, a quien viene estudiando en el marco de su investigación sobre el avance de las expresiones de derecha en la Argentina.
El prestigioso sociólogo Pablo Semán analizó en Mañana Sylvestre la relación entre la economía y el humor social, elemento que fuera determinante desde el inicio de la gestión libertaria: “En los primeros seis meses, Milei tuvo tanto apoyo como el que logró entre agosto y febrero, cuando se desaceleró la inflación. Pero después del discurso de Davos, el caso Libra y la devaluación de marzo, empezaron los problemas en la opinión pública”.
En ese contexto, describió un cambio de percepción en la sociedad: “Mucha gente quería mantener la confianza y decía ‘quiero creer que esto no pasó o que no es culpa de Milei’. Pero cuando la economía empezó a golpear el bolsillo, ya fue más difícil sostener la fe. Lo que muchos sintieron es: se chorearon el ajuste, la motosierra era para llevárselo ellos”.
Según explicó, esa desilusión se tradujo en la baja participación electoral y expresó que «en la provincia de Buenos Aires fue una de las elecciones con menor participación de la historia. Si uno hace bien los números, quienes no fueron a votar son votantes que en 2023 eligieron a Milei y que en los últimos tres meses veíamos exhaustos: decían ‘ya dimos todo, no podemos dar más’”.
El sociólogo también remarcó que el voto joven fue clave en este quiebre: “Muchos jóvenes que habían acompañado a Milei no quisieron volver a votarlo porque veían que en sus hogares la estaban pasando mal. Querían mantener sus ideas liberales, pero no podían hacer sufrir a sus padres. Entonces, la manera de resolver esa contradicción fue no ir a votar”.
Semán cuestionó la interpretación de los consultores que dividen entre “voto duro” y “voto blando”. Eso es una teoría de encuestadores. El llamado voto blando de Milei es más bien económico y joven. En cambio, los votantes del PRO y de Bullrich pertenecen a generaciones mayores. Por eso fue tan decisivo el retiro de apoyo de ese segmento juvenil”, dijo.
En relación al clima político, observó que las dirigencias han perdido contacto directo con la sociedad porque «la mayor parte de los políticos tercerizó la escucha en focus groups o en jefes de campaña. Dejaron de oír y de conducir con la palabra. Eso no es lo que hace Axel Kicillof, que está en la calle y escucha a la gente, y esa diferencia también se refleja en los resultados”.
Finalmente, reflexionó sobre la elección como un mensaje social más profundo: “Lo que empezó a aparecer en los barrios es la necesidad de decir: mis problemas no son ilegítimos ni producto de mi incompetencia, sino de una política económica que me castiga. Y eso la gente lo puso en evidencia también con el voto o con la abstención”.